Las raíces bajo el cemento: cuando la ciencia se encuentra con el espíritu
Reflexiones personales e inspiración nacidas de la vida, de los estudios y de mi propio camino como terapeuta transformacional.
Reflexiones personales e inspiración nacidas de la vida, de los estudios y de mi propio camino como terapeuta transformacional.
Hay un olivo junto a una escalera.
El árbol estaba allí primero, con sus raíces hundidas en la tierra. Luego llegó el cemento, vertido a su alrededor, intentando contener su espacio. Pero el árbol siguió creciendo, rompiendo las grietas, como si dijera: la sabiduría no se puede enterrar.
Esa imagen refleja lo que ocurre en terapia.
Todos tenemos raíces que existían antes del cemento. Sabiduría. Resiliencia. Verdad. Luego la vida añadió su peso: condicionamientos, estrategias de supervivencia, historias que creímos sobre quién podíamos o no podíamos ser. Esas capas pueden parecer pesadas, rígidas, inamovibles. Pero no lo son.
La neurociencia nos ha mostrado que el cerebro no es fijo. Gracias a la neuroplasticidad, se pueden crear nuevas conexiones, remodelar antiguos hábitos, soltar creencias limitantes.
Lo he visto en mi trabajo. Una vez una clienta me dijo: «Siento que he estado caminando por el mismo sendero toda mi vida, incluso sabiendo que no lleva a ninguna parte». A través de la terapia, comprendió no solo cómo su cerebro había grabado ese camino, sino también cómo podía construir uno nuevo. La ciencia le dio la prueba: esto es posible.
Pero no fue solo la ciencia lo que la liberó.
Mi clienta descubrió algo más profundo: rituales y prácticas que la conectaban con su cuerpo, con su respiración, con su sentido de propósito. Empezó a sentirse parte de algo más grande que ella misma.
Esto es lo que siempre han enseñado las tradiciones espirituales: que el subconsciente no es solo una máquina de hábitos, sino un depósito de memoria, intuición y sabiduría ancestral. Chamanes, sanadores y ancianos sabían mucho antes que la neurociencia que la transformación requiere más que lógica: requiere conexión.
La ciencia explica el cómo. El espíritu nos recuerda el porqué.
Sanar no está solo en la mente. El cuerpo guarda su propio registro.
Hombros tensos. Una respiración superficial. El nudo en el estómago. A veces incluso ataques de pánico. No son cosas al azar. Son ecos de viejos patrones, almacenados en la amígdala —el sistema de alarma del cerebro— en lugar de ser procesados y archivados por el hipocampo, la parte que transforma las experiencias en recuerdos. Cuando esas experiencias no se procesan del todo, el cuerpo las retiene, repitiendo la alarma mucho después de que el momento haya pasado.
La terapia transformacional ayuda a liberar esas historias, no solo cambiando pensamientos, sino permitiendo que el cuerpo vuelva a sentirse seguro. Respiración a respiración, la tensión se disuelve. El espacio se abre. Las raíces empujan hacia arriba.
Y la sanación nunca es solo personal. Igual que el olivo pertenece al paisaje que lo rodea, nuestro crecimiento nos reconecta con los demás: nuestras familias, nuestras comunidades, incluso nuestros ancestros.
Lo que sana en nosotros a menudo sana más allá de nosotros.
La libertad no llega eligiendo entre ciencia o espíritu. Llega al tejerlos juntos. La ciencia nos da las herramientas para reconfigurar, para entender por qué hemos elegido el “camino A” en vez del “camino B”. El espíritu nos da el sentido para recorrer el nuevo camino con propósito.
Es entonces cuando el cemento empieza a agrietarse. Es entonces cuando algo antiguo, sabio y vivo empuja hacia la luz.
El olivo simboliza la resiliencia y la paz. Sus raíces siempre estuvieron ahí. La escalera era algo temporal. Lo mismo ocurre con nosotros.
Si te quedas con algo de esto, que sea esto: ¡las raíces que hay dentro de ti son más fuertes que el cemento que te rodea!
Pregúntate:
¿En qué parte de mi vida me siento más “cementado”?
¿Qué emociones o sensaciones corporales intentan guiarme?
¿Qué raíces podrían estar esperando crecer si les diera espacio?
La transformación no consiste en convertirse en alguien nuevo. Consiste en descubrir la sabiduría que siempre estuvo esperando para salir a la luz.